¿Es fácil ser un buen o una buena profesora de ELE?


Esta es una pregunta que muy pocas personas se plantean pero que deberían plantearse cuando dudan sobre el valor del trabajo del docente. Ya no hablo de ser profesor o profesora de ELE en concreto, sino de ser profesor o profesora de cualquier materia.
Aunque no me guste hacer generalizaciones, estamos acostumbrados a valorar más las profesiones que están, socialmente, más estimadas. Sin embargo, hay personas que se dedican a actividades más arriesgadas o en las que se requiere menos cualificación, que son igual de valiosas que ser fiscal o ministro.
Alguna vez he tenido que escuchar que la labor del profesor es simple y sencilla, pero nada más lejos de la realidad. Antes de empezar a ejercer y, a pesar de haber observado durante años a numerosos docentes, nunca me había planteado el esfuerzo que requiere esta profesión y, sobre todo, hacerlo bien.
Bajo mi punto de vista, la labor del docente es muy importante en la sociedad y a la vez se requiere muchísima responsabilidad. Por ello, creo que los docentes constantemente nos planteamos cómo hacer nuestras clases para que los estudiantes aprendan de la mejor manera posible. Esto conlleva que los docentes debamos de tener numerosas cualidades: empatía, flexibilidad, ganas, actitud, positividad y muchas más. Además, debemos estar actualizados y promover un aula de ELE en la que se utilicen metodologías activas (grupos de trabajo y gamificación), materiales reales y haya un papel activo por parte de los estudiantes.
Si nos fijamos en todas las características citadas, es una profesión muy ambiciosa. Por ello, los docentes tenemos que formarnos de manera continua, enterarnos de las novedades y ampliar nuestros conocimientos. Solo de esta manera, lograremos transmitir a nuestros alumnos de español, lengua y cultura.

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